miércoles, 13 de mayo de 2020

ALMEIDA LIBERAL (1896-1898)



La Restauración Monárquica o Borbónica comienza en 1875, con la llegada a España del rey Alfonso XII y acaba en 1931 con la proclamación de segunda República. Durante este periodo, había solo dos grandes partidos que se turnaban en el Gobierno, el liberal de Práxedes Mateo Sagasta y el conservador de Antonio Cánovas del Castillo.

En las elecciones de 1896, aunque el triunfo fue de los conservadores, en Zamora ganaron los liberales. Uno de los dos diputados elegidos lo fue por el partido de Bermillo de Sayago, un hombre que en sus muchos años en política se distinguió por velar y favorecer a Sayago, la tierra que le vio nacer, como nadie en toda su historia lo ha hecho ni lo hará: Federico Requejo Avedillo. El ilustre sayagués muy querido por sus contemporáneos y que debe ser venerado por el resto de las generaciones, en cuya memoria en la plaza de su pueblo, Bermillo, se alza un monumento, ante el cual y en su honor debería de haber flores permanentemente para agradecerle los favores recibidos.

Almeida, desde aquella época, se ha inclinado siempre por la ideología liberal y de algunos logros que debe a Requejo ya he tratado (las carretas y las escuelas graduadas), pero aún queda mucho por decir.

 De aquel año de 1896 es la carta que reproduzco, Es del ilustre y excelente alcalde Froilán Fernández Silva y la dirige a Eduardo Prada, remitiéndole una lista de liberales almeidenses, de cara a las elecciones del 4 de abril de aquel año, individuos afines, entre los cuales “los cuatro primeros son de confianza absoluta y a poder ser deseo que vengan nombrados”. Lista que le había pedido el propio don Federico. Estos son: León Herrero Moralejo, Eusebio Herrero Villamor, Francisco Herrero Moralejo, Mariano Mayor Vicente, Alejandro Vicente Vicente, José Hernández Alonso, Cayetano Sogo Borrego, Manuel Hernández Fariza, Alfonso Sánchez Mielgo, Andrés Villamor Villamor, Francisco Fuentes Hernández, Isidro Ramos Alonso, José Mielgo Fariza y Valentín Ramos Montero.

Dos años más tarde, de cara a las elecciones, alguno de estos señores figura como firmante de la carta, que un grupo significativo de liberales almeidenses publica en Heraldo de Zamora de fecha 30 de noviembre, protestando enérgicamente de la actitud del diputado provincial del distrito, Antonio Palao. Me parece interesante reproducirla, pues es un claro testimonio del entusiasmo y firme relatad a los principios liberal de nuestros antepasados.

"Sr. Director del Heraldo de Zamora:
Muy Sr. mío y de nuestra estimación: A nuestra noticia ha llegado que el diputado provincial por este distrito don Antonio Palao, no reconoce ahora la jefatura del partido liberal de la Nación, en la persona del ilustre hombre de Estado don Práxedes Mateo Sagasta, y que se ha separado también por lo que hace á la política provincial del indiscutible para nosotros jefe, don Federico Requejo Avedillo.
Es de suponer que señor Palao renuncie á la representación que este país le confirió, puesto que tanto él como los demás de su candidatura, si obtuvieron los sufragios de este pueblo y de los demás de Sayago, fue por considerarles fieles al partido y á la política que dichos señores representan.
Continuar en el cargo, cuando se toman actitudes contrarias á la que los electores tienen, es falsear la representación que se les dio y si en algo se estiman como políticos honrados, el primer acto que debido ejercer el diputado don Antonio Palao, es hacer entrega de la dimisión del cargo al jefe de la provincia, Sr. Requejo.
Los políticos serios no pueden ni deben atender á su conveniencia ó amistad personal, sino a los del distrito que representan, y como estamos convencidos y seguros que este distrito continúa fiel y adicto al Sr. Requejo, de ahí que se impone por decoro la dimisión del Sr. Palao.
Dispénsenos la molestia, señor director, pero no creemos en el deber de pedir la dimisión del Sr. Palao, y una vez declarada la vacante, libre tiene el campo, para que presente su candidatura, y si consigue el triunfo, es cuando justificará que no debía gratitud y lealtad á los que en la última elección le nombraron candidato y le dieron sus sufragios.
Almeida 28 de Noviembre de 1898.
Felipe Ramos.- Isidoro Ramos.- Froilán F. Silva.- Antonio Moralejo.- José Castaño.- José Veloso.- Andrés Mateos.- Valentín Ramos.- Felipe Húmera.- Domingo Mateos.- Juan Martín.- Manuel Rodríguez.- Domingo Villamayor.- Tomás Alonso.- Juan Aparicio.- Julián Mielgo.- José Sánchez.- Juan Alberto.- Juan Figueruelo.- José Vicente.- Lorenzo Toribio.- Francisco Vicente."

NOTA. Liberalismo es una doctrina que se basa en la defensa de las iniciativas individuales y que busca limitar la intervención del Estado en la vida económica, social y cultural. Se trata de un sistema filosófico y político que promueve las libertades civiles y que se opone al despotismo. La democracia representativa y los principios republicanos se basan en doctrinas liberales. El liberalismo político entrega el poder a los ciudadanos, quienes eligen a sus representantes de manera libre y soberana.

domingo, 3 de mayo de 2020

GENTE HUMILDE



Hay ciertos días  en que pienso en tanta gente
y siento que mi pecho se pone a llorar…
 Mercedes Sosa

“Es gente humilde” -se decía en Sayago, refiriéndose a los labradores de escasa labor o a la gentica que carecía de hacienda o de posibles. No eran pobres harapientos o menesterosos, pero tampoco de los que contaban socialmente.
Mi familia, por ejemplo, era gente humilde. Mis abuelos paternos, José Martín Pérez y Cándida Fuentes Mayor, cuando se casaron no tenían ni donde caerse muertos. Emigraron a la República Argentina y cuando tuvieron para comprar la casa y una cortina, se embarcaron en Buenos Aires y regresaron a Almeida. Al poco tiempo, decidieron volver a cruzar el Atlántico, ya con hijos, para poder tratar de conseguir algún dinero más. Esta vez rumbo a Cuba. A la vuelta pudieron adquirir dos tierricas más, una en Val de San Pedro y la otra en Peña Aguda. Después, cuando murió mi abuelo, mi padre se hizo cargo del taller y de amparar a mi abuela y a mi tía María, su hermana pequeña, soltera hasta la muerte. Mi madre era de Villamor de Cadozos y, aunque su familia estaba en otro nivel, aceptó por amor la humildad de vida y el engorro de una suegra y una cuñada a perpetuidad, casándose con el zapatero Julio Martín. Santa ella, bondadosa, sensible e inteligente. Mi padre, honrado hasta perjudicarse, currante y responsable.
Es un ejemplo. Pero historias semejantes en los pueblos de Sayago las hay en cada casa. Si las piedras hablaran… ¡Hablan, hablan! Esas paredes, esos potros de herrar, esas pilas y comederos, esos puentes y pontones, esas fraguas… ¿No veis en ellas el musgo de la honradez y los líquenes de la brega? Sayago monumental. Aprendamos a escuchar las voces ancestrales que nos guían y dan sentido a nuestra estirpe sayaguesa.
Con la perspectiva de los años, sé que crecer y educarme, mamar los valores y virtudes en los que estas gentes humildes creían y practicaban, ha sido la mayor y mejor suerte de mi vida. Ellos me hicieron como soy (también mis maestros y el ejemplo de muchos convecinos, justo es decirlo) y forjaron los cimientos sobre los que asentar y poner por obra los pilares que sustentan la razón de mi existencia. Entre los principales, la humildad y el amor a los humildes.

En un magnífico artículo de Carmen Ferreras, columnista de La Opinión de Zamora, que trataba también de este tipo de gente, pude leer hace algún tiempo: “La buena gente, la gente honrada, la que se gana el pan con el sudor de su frente, la que arrima el hombro, la gente solidaria, la gente anónima, los luchadores, los que no viven sometidos a los poderes públicos, los valientes, los que no se callan, los que están en la base de la pirámide, como servidora, los que nunca fallan, los que no se desesperan ante las situaciones que nos sorprenden cada día, los perseguidos, que haberlos haylos, los currantes?
“¿Gente humilde? ¿Gente decente? ¿Se ha caído usted de un guindo?” -me comenta alguien. “¿No está viendo en la tele que no hay más que truhanes que se enorgullecen de serlo, rameras que hacen ostentación pública de su desvergüenza a toda hora y mangantes, ladrones y asesinos que sonríen a la cámara desafiantes? ¿Vive usted aquí o en la luna? Estos son los modelos que ofrecen a la sociedad actual los medios de comunicación.  ¡Anda, que van de triunfadores usted y esa periodista de Zamora! ¡Que tiemble el mundo!”
Cierto, poco es lo que podemos conseguir frente al sunami de la frivolidad imperante que nos arrastra en dirección contraria. Pero, ¿hemos de permanecer callados por eso? No me resigno. Tengo que denunciarlo. Es más, les digo a todos que consideren si no es la hora de preguntarse adónde lleva a nuestra sociedad el rumbo emprendido, y atreverse a sacar conclusiones. Pero hagámoslo ya; en el minuto dos ya será tarde.